RETOMANDO LA PREPARACION... (24)

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martes, 10 de junio de 2008

El fantasma del desabastecimiento

El texto reproducido a continuación ha sido escrito por Abel Gilbert (corresponsal de "EL PERIÓDICO" en Buenos Aires) en el Blog "Corrientes 348" y al parecer refleja una situación real y "normal" en Argentina. Cuando estos días en España se habla de la amenaza de un "hipotético" desabastecimiento que nos tiene a todos "de los nervios" me hace gracia ver que en otros sitios nos llevan una cierta delantera. Al final va a ser cierto que "LLE" (La Larga Emergencia) ha comenzado.


La escena tiene lugar en un supermercado Jumbo, en un barrio de clase media de la
capital argentina.

- Perdone, señor. No veo la zanahoria.
- Es que no hay señora- dice el empleado.

La situación se repite unos minutos después.

-¿Y la zanahoria?

Y el empleado:

-Lo que no se ve no existe.

Frente al silencio de la compradora frustrada, el hombre agrega:

-Es que ya me canse de repetirlo tantas veces. Lo-que-no-se-ve-no-está.

El que está al borde del ataque es el pobre empleado, que insiste, teatralmente:

-Mire. Me duelen las mandíbulas, de tanto repetir lo mismo.

En otra parte del supermercado, un cartel reza:

"Leches. Solo cuatro envases por persona".

-¿No pueden ser cinco?
-No señor, el cartel es clarito.

En otra parte, una señora que parece estrenar el teñido platinado del cabello:

-Esto es culpa del Gobierno que no le da al campo lo que es de ellos.

A su lado pasa alguien con su carrito. La escucha y se muerde la lengua para no responder. Debe pensar lo contrario. Que todo es culpa de los terratenientes.

La cultura del desabastecimiento se ha instalado con la velocidad de un sopapo. Con la huelga de los productores agropecuarios el temor a la escasez se está convirtiendo en una realidad. En las góndolas se manifiesta la agria disputa entre el campo y el Gobierno argentino por la renta agraria.

-Pero, ¿qué pasa que no hay bife de lomo?- pregunta indignada una señora que, por lo visto no lee los diarios y tampoco mira la televisión.

En algunos supermercados chinos, la escena es a veces más compleja. Por lo general, los inmigrantes apenas balbucean el castellano. Dan respuestas casi guturales. La situación política supera sus posibilidades de articular una explicación. Y menos cuando se encuentran con clientes malhumorados.

"Tenemos complicaciones en varios rubros, pero estamos muy lejos de vivir una situación catastrófica", advirtió Juan Vasco Martínez, gerente general de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), una de las entidades que reúnen a los supermercados chinos. Sus declaraciones de trajeron cierto alivio. Todavía, tal vez quiso decir, no ha llegado lo peor.

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